Texto: Manuel Barbadillo, Pintor
(Del Catálogo de la Exposición en la Diputación y Colegio de Arquitectos de Málaga del 20 de mayo al 10 junio de 1983)
Entro en contacto con José Seguí, precisamente en los inicios de su actividad profesional (1972), cuando ya se vislumbra su interés y preocupación por la cultura urbana y arquitectónica, en un momento de grandes vacíos culturales y dificultades de todo tipo. Sin ninguna intención de plantear un repaso a su biografía, sería necesario recordar algunos aspectos de sus primeras actividades y aportaciones culturales a la ciudad, para poder entender y clarificar, de alguna forma, lo que iba a servir de base a su posterior discurso profesional: su labor en la puesta en marcha de Servicios de la Comisión de Cultura del Colegio de Arquitectos en 1972; su participación como secretario del mismo en aquella polémica Junta Colegial de 1975, en donde se plantearía una nueva imagen de la función pública del arquitecto y una nueva alternativa de entender la cultura urbanística de la ciudad, con su participación en trabajos de la importancia del Plan Especial de “Trinidad-Perchel” o la defensa de los barrios de Pescadores “Palo-Pedregalejos”; su reivindicación, ya en 1973, de la figura local del arquitecto-urbanista don J. González Edo (redactor del Plan General de Málaga de 1950), promoviendo conferencias y debates sobre la recuperación de la ciudad a través del conocimiento de la misma, de sus trazados y de su arquitectura; su participación, en 1973, en el discutido cortometraje “Casares”, en donde se plantea y profetiza la crisis del sector inmobiliario y turístico que dos años después aparecería; o su no menos polémica exposición del GATEPAC de 1974, dando a conocer en nuestra ciudad al grupo quizás más importante del Racionalismo español.
Los trabajos de José Seguí tienen para mí unas particularidades muy personales que al principio atribuía a ciertos aspectos parciales de sus obras, como las buenas composiciones de las fachadas de algunos de sus edificios, el tratamiento de sus cubiertas o el empleo de una serie de materiales, por lo general muy comunes y económicos, que resultaban potenciados por la inteligente profesionalidad en su utilización. Sin embargo, el conocimiento y observación de obras suyas posteriores y de sus aportaciones en el diseño del mobiliario y otros objetos, me han llevado a la convicción de que la distinción particularmente especial de la obra de Seguí no proviene de aspectos parciales o detalles concretos de su obra, sino de la coherencia formal del conjunto de sus diseños.
Así pues, una de las lecturas más interesantes que podría hacerse de la obra de José Seguí, analizada en su conjunto y a través de su amplia capacidad de recursos profesionales (desde el diseño de su “cubertería” hasta el de las grandes piezas de ciudad), sería la de haber abordado mediante la recuperación del ejercicio de dibujo y del trazado (como herramienta base del proceso del diseño) y de la continua reelaboración del bagaje cultural de ciertos códigos formales, las relaciones e interdependencias existentes entre los distintos métodos del diseño Urbano, el Arquitectónico y el de los Objetos, a través de sus tres correspondientes estados perceptivos: el de la ciudad, el de la casa y el del propio objeto. No es casual, pues, que esta intensa y singular práctica profesional haya originado por distintos procesos y métodos una producción de diseños urbanos, arquitectónicos y de objetos, con una dialéctica común, que precisamente será una de las características más interesantes de su obra.
La metodología compositiva utilizada por José Seguí en el proceso de sus diseños se basará fundamentalmente en los modelos estructurales geométricos compuestos por un complejo sistema de ejes y cuadrícula que tendrán su traducción formal no sólo en las propias plantas de los edificios y en sus correspondientes composiciones espaciales, sino también en los propios diseños del mobiliario y esculturas urbanas, y fundamentalmente en los modelos proyectuales geométricos que se utilizarán como instrumento para la ordenación urbana, siendo en todos los casos la regularidad y la sencillez formal sus mejores virtudes. Su reivindicación metodológica por el control y diseño de las formas urbanas, como se puede comprobar en algunos diseños del nuevo Plan General de Málaga y más específicamente en su proyecto premiado del Concurso de la Plaza de San Francisco el Grande en Madrid, tendrán también su clara referencia en la obra arquitectónica y en la de los objetos y esculturas urbanas, como consecuencia de su preocupación por el control de la forma y del orden compositivo. En este sentido, la evolución de la obra de José Seguí adquiere un grado de significación, que será necesario reseñar, en cuanto al rigor profesional y fidelidad a su propio proceso creativo, por encima de las “modas” y “recetas” del confuso mercado de las tendencias, rechazando la retórica formalista y el “pastiche” como mero culto al pasado, y recuperando la “forma” como símbolo del espacio urbano y los “modelos geométricos” como base de su método proyectual. Así pues, Seguí diseñará con esa claridad y sencillez de líneas que le caracteriza, logrando una expresividad que será el resultado lógico de su complejidad estructural, nunca de la arbitrariedad, detectándose al mismo tiempo ciertas e intencionadas contradicciones que actuarán como contrapunto en la propia lógica de su discurso formal.
Si bien su primera obra arquitectónica aparece encajada dentro de las tendencias al uso del código neoplástico (Vdas. C/ J. Austria, 1975), reelaborado posteriormente con claras referencias del bagaje cultural de Eisenman, Hejduk o R. Meier, y fundamentalmente de las nuevas tendencias que en su momento marcan los hermanos Krier (Vdas. Avda. Carlos Haya y Vdas. Unifamiliares realizadas entre 1971 y 1977), será en su segunda etapa cuando se consolide y madure lo que podría considerarse punto de partida de su propia línea arquitectónica, dejándose entrever un discurso más suelto y flexible donde la complejidad y ambigüedad, muchas veces intencionada, encontrarán una respuesta formal abierta a la creatividad del propio usuario y a las sucesivas posibilidades de uso de los espacios diseñados (Vdas. Agrupadas C/ Olmos, 1978, Vdas. Finca D. Juan, 1980, Colegio las Esclavas, 1980, y Vdas. Unifamiliares realizadas entre 1978 y 1980). Esta complejidad en el tratamiento de dichos espacios no ejercerá sobre el espectador y usuario únicamente el atractivo propio de un arte dimensional y constructivo, con la racionalidad y el orden como valores principales, sino que también suscitan respuestas emocionales en un nivel de comunicación más profundo. Yo creo que se trata de la lógica consecuencia del propio eclecticismo de José Seguí y su puesta en juego, junto a la disciplina geométrica de su método, de parámetro intuitivos que sin lugar a dudas serán los responsables de esa intencionada ambigüedad y aura mágica que se detectan en sus creaciones. En mi calidad de artista, y sin los suficientes conocimientos técnicos que me permitiesen analizar más profundamente sus trabajos bajo el punto de vista de la eficacia práctica de sus soluciones técnicas a los problemas implícitos en cada encargo, serían precisamente el sentido mágico, sugerente y escultórico del espacio que se origina en su obra, lo que me resultaría de mayor atracción, y en consecuencia las articulaciones sucesivas de las aristas cúbicas como elementos estructurantes del objeto, sus composiciones volumétricas de “llenos” y “vacíos”, sus indefinidos “muros integradores” del edificio en su contexto físico, su reinterpretación de los elementos arquitectónicos más característicos de la vivienda doméstica mediterránea, su conocimiento profesional en la corrección en el uso de materiales sencillos y económicos, y sobre todo su original dominio profesional en la organización de los espacios interiores, serían fundamentalmente el discurso más característico de su obra.
Los materiales más empleados en su obra arquitectónica (cubiertas de paneles galvanizados y perfilerías pintadas en blanco, lonetas, espejos, mallas metálicas, vidrios armados transparentes…), aparecerán también en sus esculturas urbanas y en los diseños del mobiliario y de los objetos, cuyos montajes se realizarán en base a una estructura geométrica de cuadrículas espaciales formadas por elementos de madera en secciones 3×3 y 1×1 cm, obedeciendo a una serie de ejes que ordenarán la propia estructura. Las primeras referencias culturales de su mobiliario, tanto en su diseño formal como en su elaboración material, comenzarían (al igual que ocurría en su obra arquitectónica) con claras referencias al código formal del Art Nouveau (recordamos la silla para la House Roberts en 1908 de F.Lloyd Wright, o el sillón para la House Ch. Wiesbaden en 1911 de Hans Christiansen), y más concretamente en lo que se ha venido denominando “estilo Glasgow” personificado en la figura de Rennie Mackintosh (su silla diseñada para la Hill House en 1903, o su también famosa silla del Willow Tea Rooms en 1905). Así podemos comprobarlo en sus primeros elementos de la serie “Estructuras” (1973-1975), y fundamentalmente en los elementos elaborados posteriormente (1975-1983), en donde ya decididamente se introduce la curva como elemento compositivo. La continua reelaboración de ciertos códigos formales le llevará a ejercicios tan brillantes como la reinterpretación del sillón Red/Blue de Thomas Rietveld (1918), adaptándolo a su propio código de composición y logrando así dos excelentes resultados de gran calidad compositiva: la silla y sillón “Homenaje a Rietveld I y II”.
Como escribe Pedro Salmerón en su ensayo “Consideraciones en torno a la obra de J. Seguí, “…el camino iniciado en estos prototipos de mobiliario es acertado, por lo que significa de encuentro con la escala y con la tradición moderna del mueble. Esta dirección no es ajena a la emprendida en los primeros ensayos de la Bauhaus, de Mies o de Le Corbusier; la limitación de la tecnología en el uso de la madera en la zona en la que nos movemos desvía los recursos hacia la aparición de ciertos elementos (vidrios armados, mallas, lonas y aneas) que se enlazan con el armazón. El reconocimiento de la necesidad de una mecanización del mueble y la inserción de los materiales que ha experimentado José Seguí es una buena alternativa que exige estudiarla y reelaborarla para conseguir una mayor comodidad, que unida a ese buen control de la forma y el acabado que sabe introducir dará sin lugar a dudas excelentes resultados”.
MANUEL BARBADILLO
Pintor
24, 25, 26. Ensayos de esculturas urbanas con los elementos básicos de composición, en hormigón y cristal (1972-1975).
41. Silla en roble con respaldo giratorio/Silla lacada en negro (1975).