(Publicado por el periódico Diario Sur el 12 de diciembre de 2021)

Aunque el Concurso del Río Guadalmedina se planteaba en el año 2.012 como una consulta de ideas, no dejaba de tener un especial interés de que fueran las Administraciones Públicas Estatal, Autonómica y Local quienes conjuntamente consensuaran una convocatoria pública para la ordenación e integración del Río en nuestra ciudad de Málaga, lo cual la convertía en algo más que un concurso puntual por la importante repercusión urbanística y social que podía tener para la ciudad. Esta decisión estaba respaldada por la Fundación Ciedes, que conformada por los representantes oficiales de las diferentes entidades públicas y privadas de la ciudad se constituían en jurado del Concurso, junto con sus correspondientes comisiones técnicas para enjuiciar las propuestas. El contenido de las bases del Concurso mostraba la preocupación y decidida necesidad por parte de las administraciones públicas y entidades sociales de buscar soluciones para este estratégico espacio del Río Guadalmedina, que inevitablemente forma parte sustancial de la ciudad y cuyas decisiones de intervención tendrán una importante e histórica repercusión sobre su imagen futura.

Desde las dos alternativas que se barajaban en la convocatoria sobre el “embovedado” o “ajardinamiento” de su cauce, parecía interesante intentar encontrar una tercera solución que pudiera lograr hacer más Ciudad y más Rio integrándolos conjuntamente en un proyecto urbano sin dejar de reconocer sus identidades geográficas e históricas. Era difícil limitarse exclusivamente a las ordenaciones del río sin tener en consideración su repercusión en la ciudad, porque ambos espacios van implícitamente unidos y las decisiones que se tomaran en el río iban a sobrepasar su propia delimitación física repercutiendo también en la ciudad.

Dos principales cuestiones se tuvieron en consideración en la propuesta ganadora del Concurso del Rio: por un lado, reconocer que el problema de la Presa del Limonero, situada en la cabecera de su cauce urbano, se centraba principalmente en poner en práctica su propia gestión hidráulica por la que fue proyectada expresamente con el principal objetivo de laminar el caudal del agua y no de almacenarla, invalidando de esta manera tanto la necesidad de realizar difíciles embovedados o muy costosas iniciativas de desvíos del río como la permanencia de los muros de su actual cauce que imposibilita cualquier otra acción de “acercarlo” a la ciudad. Según esta hipótesis, se plantearon unas riberas ajardinadas a lo largo del tramo urbano del río rediseñando su cauce según los cálculos hidráulicos realizados en base a la función de la presa, permitiendo sustituir sus actuales muros por los jardines de ribera que harían posible integrar el río y la ciudad como inseparables espacios que definen su propia realidad histórica y urbanística.

El diseño integral del cauce del Río se basaba principalmente en el tratamiento de dichas riberas como “espacios públicos” garantizando un caudal regulado de agua que le devolviera su naturaleza fluvial y diversas actuaciones capaces de cualificar su actividad pública, como así se planteaba con la propuesta de los “embarcaderos” frente al CAC con su posible conexión con el futuro puerto deportivo de San Andrés; el “Parque de las Energías” basado en las captaciones de energías limpias que garantizara la autofinanciación de los mantenimientos energéticos de la totalidad de la propuesta del río; los Equipamientos Deportivos y Culturales que junto a los “Kioscos”, a modo de las ”Folies” del Parque de la Villette en Paris, jalonarían el recorrido del parque de las riberas del río con sus paseos peatonales que conectarían con los de la Alameda completando de esta manera el sistema de espacios verdes en continuidad también con el Parque, además del necesario estudio riguroso de los costos y fases de su ejecución para evitar inversiones excesivas en unos momentos de cierta escasez económica, fueron en síntesis las principales directrices de la propuesta ganadora.

Han pasado ya cerca de diez años desde que se decidieran las ideas de aquel Concurso del Río. En estos años se han planteado diversas y diferenciadas soluciones a las decididas en el Concurso, y además se ha tramitado su necesario Plan Especial e incluso los protocolos hidráulicos para la regulación de la Presa. Parece que después de este largo proceso de trabajos y ensayos parciales de intervención podría ser un momento oportuno para plantear el desarrollo de la integración global del Río con su Ciudad en sus distintos tramos, garantizando sus continuidades espaciales con una idea general capaz de integrar sus distintos tramos urbanos “acercando” el espacio del cauce del río al borde urbano de la ciudad para que permita su uso y disfrute colectivo de sus ciudadanos. Seguir realizando intervenciones inconexas o actuaciones aisladas que sigan impidiendo aproximar el cauce del río a la ciudad sería caer el error, como acertadamente describe Lampedusa en su novela “El Gatopardo”, que cambiemos las cosas para que todo siga igual que en el punto de partida.

 

José Seguí Pérez

Arquitecto